La paz de no ir a ninguna parte

Advertisement

Hay una especie de paz extraña que llega cuando dejas de perseguir lo que viene después.
La mayoría de nosotros pasamos los días como si la vida siempre estuviera esperando a la vuelta de la esquina.
Planeamos, corremos, hacemos listas de lo que finalmente nos hará felices.
Pero a veces el verdadero cambio comienza cuando dejas de intentar llegar a algún lugar y simplemente permaneces quieto por un momento.

Aprender a estar donde estás no significa renunciar a tus sueños.
Significa notar lo que ya está aquí.
El aroma de tu café por la mañana, la forma en que la luz del sol toca tu escritorio, el sonido de alguien riendo cerca.
Son pequeños detalles, pero son la verdadera textura de tus días, las cosas que silenciosamente construyen una vida.

Al principio puede sentirse incómodo.
La quietud tiene una manera de hacer que el ruido suene más fuerte y que los pensamientos se vuelvan más agudos.
Pero poco a poco, con paciencia, ese ruido se desvanece.
Lo que queda es claridad, una que no proviene de hacer más, sino de permitirte simplemente ser.

Estar presente no es un logro.
Es una práctica.
Un acto diario de recordar que no llegas tarde a tu propia vida.
Ya estás en ella.

Advertisement
Advertisement