Cocinar como una forma de volver a ti mismo

Advertisement

Hay algo silencioso en cocinar, cuando dejas de apresurarte y empiezas a prestar atención a lo que tienes delante.
El sonido del cuchillo sobre la tabla, el ritmo de tus manos moviéndose, el calor que sube de la sartén.
Deja de ser solo preparar comida y se convierte en una forma de estar aquí, ahora.

Cuando cocinas despacio notas cómo el tiempo cambia de forma.
Remueves, pruebas, observas cómo todo se une, y se siente como una pequeña meditación.
Cada movimiento es simple pero lleno de significado.
No te apresuras hacia el final, solo eres parte del proceso.

La cocina se convierte en un pequeño mundo donde nada más importa.
Estás solo, pero no estás solo de verdad, rodeado de color, sonido y aroma.
Empiezas a escucharte en medio de todo eso.
Cocinar se convierte en un lenguaje que no necesita palabras.

Incluso cuando algo sale mal, no se siente como un fracaso.
Un plato que se quema o un sabor que no encaja es solo parte de aprender a ir más despacio.
Sigues moviéndote con suavidad, sin intentar controlar todo.
Empiezas a entender que lo que más importa es la presencia, no la perfección.

Cuando la comida está lista, queda una paz suave en el aire.
El silencio que llega después es casi el mismo que el de una respiración profunda.
Tal vez ese sea el verdadero regalo de cocinar, la manera en que te enseña a estar quieto mientras te mueves.

Advertisement
Advertisement