¿Deberías publicar en línea sobre tus hijos?

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Los padres que escriben con frecuencia sobre sus hijos en blogs y publicaciones en las redes sociales suelen ser los que reciben más críticas. Pero, ¿por qué los padres publican en línea sobre sus hijos?

Los padres blogueros ven esto como un acto de exploración de su propio viaje como padres. Sin embargo, no todos los lectores están de acuerdo con esta opinión. Para otros, es un medio de documentar momentos especiales, así como sus reflexiones sobre estos momentos. Varios padres también ven esto como una forma de conectarse con otros padres.

Una crítica que se hace a esta tendencia es que el padre busca atención. Al convertir una instancia de su vida diaria en un espectáculo para el público, se considera que los padres “crean drama”.

Otra crítica implica tener en cuenta la perspectiva de los niños sobre el contenido publicado. ¿Se sentirán mortificados los niños cuando crezcan y vean esas publicaciones?

También está la cuestión de salvaguardar la privacidad de un niño y la ética de publicar sobre un menor sin su consentimiento.

Algunos padres, en su tendencia a compartir demasiado sobre sus hijos, se vuelven sordos a la voluntad de sus hijos. Esta tendencia a menudo se llama despectivamente “sharenting” (compartir la crianza).

En pocas palabras, el sharenting es la tendencia de los padres a publicar fotografías de sus hijos en sitios web de redes sociales o escribir sobre instancias de sus vidas con el deseo de obtener me gusta y que compartan sus publicaciones. Se ve como una actividad narcisista de búsqueda de atención que deja a un lado al niño que se ve en las publicaciones.

Sin embargo, el sharenting no es una tendencia nueva. Antes de la llegada de los sitios web de redes sociales, los padres compartían anécdotas o fotografías físicas. Se han complacido en crear álbumes de logros en forma de álbumes de recortes, diarios y cajas de recuerdos.

Las formas de documentar y compartir han cambiado, pero la tendencia a hacerlo en sí es muy antigua. Lo que lo hace preocupante es que con la interfaz digital, el riesgo de filtrar demasiada información a lo desconocido es muy alto. Además, con la mirada constante de la audiencia, cualquier contenido publicado en las redes sociales tiende a mercantilizar instantáneamente al niño, de una manera que una fotografía preservada de antaño no lo hace.

Además, las opiniones de los niños son indispensables. Independientemente de si un padre espera para obtener el permiso de su hijo antes de publicar contenido en línea o lo hace sin el conocimiento o el consentimiento de los niños, el asunto más urgente es ver dónde finalmente se publica el contenido.

En última instancia, la privacidad y la seguridad de los niños no deben verse comprometidas. Es por eso que los padres deben mantener sus propias actividades en Internet bajo vigilancia, incluyendo compartir contenido sobre sus hijos.

En otras palabras, el problema tiene menos que ver con los padres y más con los sitios de intercambio social. Siguiendo la lógica económica, estos sitios sociales almacenan y difunden archivos de corporaciones más grandes de una manera que la mayoría de los padres no se dan cuenta. Esto invade la privacidad tanto de los padres como del niño. Cada sitio social es, en última instancia, un negocio establecido y lo que los padres alimentan sin saberlo es mucho más peligroso.

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