Tenía 22 años cuando Kate Winslet llegó al estrellato mundial luego de su papel principal en Titanic, dirigida por James Cameron. En 1998 fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz y fue cuando apareció en la alfombra roja de los Premios de la Academia con un impresionante vestido verde esmeralda de Givenchy. Su inigualable vestido fue diseñado a la medida por Alexander McQueen, quien se lució colocándole intrincados bordados dorados y un bolero de manga larga a juego.
En una nueva entrevista para People, Kate Winslet reveló que ese es su vestido favorito para la alfombra roja de todos los tiempos y compartió la razón por la cual era tan significativo para ella. Durante la entrevista, Winslet aseguró que aquel vestido verde esmeralda de Givenchy sigue siendo su número uno 23 años después.
Ese espectacular vestido de los Oscar de Winslet hecho a la medida no fue el más cómodo, reveló la actriz. Pero afirmó que “Era como una escultura bordada”. “Tengo que ser honesta, el vestido no era del todo cómodo de usar o sentarse. Pero valió la pena porque él lo había hecho”. Refiriéndose a Alexander McQueen.
Después de más de dos décadas en el centro de atención, Winslet dijo que está menos dispuesta a sacrificar la comodidad por su apariencia en la alfombra roja. “Siempre espero poder mantener la calma y sentirme realmente cómoda y que no me duelan los pies o que no esté en mi período”, expresó.
En aquellos años donde llegó a la fama internacional, la prensa la trató de forma cruel al hablar de forma despectiva sobre su peso. Incluso, asegura que en muchas ocasiones recibía llamadas para comentar sobre su físico. Por ese motivo, para los premios de la academia decidió por la etiqueta de ser atrevida y franca.
Reflexionando sobre los artículos escritos sobre ella en aquella época, reflexionó “Hacían comentarios sobre mi talla, calculaban lo que pesaba, describían la supuesta dieta que estaba siguiendo. Fue crítico, horrible y muy perturbador leer”.
En realidad, Winslet ya ha explicado que recibir atención física no forma parte de sus prioridades y asegura que cuando llega a un lugar, solo desea tener conversaciones interesantes con las personas; no se preocupa por si llama la atención de la gente que la rodea o no.
En otras entrevistas ha confesado “Hay algo que me resulta incómodo, al ver a algunas mujeres presentarse claramente de una manera que está destinada a que la gente las mire, pero no por las razones correctas”. “Si tengo que ir a un evento, siempre es bueno sentirse arreglado, pero nada que llame demasiado la atención. Como decía siempre mi madre: ‘No me gustan los presumidos, por favor no use ropa para lucirse’”.